domingo, 10 de abril de 2011

El enigma Voynich


En 1912 Wilfrid Voynich, buscador de libros extraños, topó en Roma con un manuscrito de unas 230 páginas (puede que originalmente tuviera más de 300) con aspecto de grimorio medieval y escrito en un lenguaje que, a día de hoy, nadie ha conseguido descifrar. Es más, ni siquiera se puede decir que haya un texto que descifrar y quizás no es ni un lenguaje. Podría estar escrito en un idioma creado ex profeso, no tener ningún sentido, ocultar un mensaje en un código misterioso...
El libro contiene imágenes y textos, y está dividido en seis secciones que hablan (o parecen hablar) de biología, astronomía, hierbas… y profusamente ilustrado Lo que lo hace tan extraño no es que no diga nada, sino que parece querer decir algo. De hecho, aunque carece de puntuación, está escrito de un tirón, sin tachones, y con una apariencia de idioma auténtico (el voynichés) que no deja de sorprender. Si fue simplemente una broma, el que lo hizo se tomó su tiempo.William R. Newbold, decano de la Universidad de Pensilvania y condecorado tras la I Guerra Mundial por su talento para descifrar códigos enemigos, murió loco en 1926 tras una obsesiva búsqueda de una solución.

Hasta hace apenas una semana, el volumen estaba fechado en algún momento entre 1450 y 1520. Ahora, gracias a la pruebas del Carbono 14 a la que han vuelto a someter sus páginas, la Universidad de Arizona ha logrado concretar más: entre 1402 y 1438. Parece mentira, pero es prácticamente lo único que se sabe a ciencia cierta. Un pequeño paso que, por lo menos, ha permitido eliminar al escritor Roger Bacon de la lista de posibles autores (vivió en el siglo XIII), y a quien desde el siglo XVII se le atribuía su autoría.
El descubrimiento no excluye, en cambio, a John Dee, el mítico mago y científico del siglo XVI y a su ayudante y amigo Edward Kelly, que decían comunicarse con los espíritus en su propio idioma. No parece el caso. Intentar buscar un autor más allá de principios del siglo XV no tiene ningún sentido, así que el análisis invita a desechar la mejor de las teorías posibles: que Dee y Kelly lo crearon para estafar al nieto de Carlos I, Rodolfo II de Bohemia. Esto tuvo que ocurrir a mediados del XVI, pero es difícil de creer que las páginas pudieran estar casi un siglo esperando que alguien las escribiera (se cree que fue redactado durante la primera mitad del XV).
Pero si nada sabemos sobre su autor o su origen, sobre el contenido apenas se puede decir mucho más. Hay quien dice que tiene una estructura similar a la de una lengua y otros que es un código. También podría ser un idioma imaginario pero con una innegable lógica interna o un alfabeto inventado utilizado para transcribir una lengua desconocida.
El Dr. Leonell Strong 'consiguió' descifrarlo en 1945 con un “doble método inverso de progresión aritmética basada en un alfabeto múltiple”, una técnica que aún hoy nadie sabe exactamente en qué consiste aunque su origen esté claro: se la sacó de la manga. Un tal John Stojko aseguró en 1978 que era un texto ucraniano encriptado tras quitarle las vocales. Años después la investigadora Edith Sherwood atribuyó su autoría a Da Vinci. Hipótesis como éstas hay para aburrir, pero ninguna supera la prueba del algodón.
Es curioso, pero puede que el manuscrito cifrado MS 408 sea simplemente una broma o una estafa. Alguien que sabía escribir pudo inventarse todo un libro, casi medio siglo antes de que apareciera la imprenta, sin que se sepa el motivo (quizás para hacerlo pasar por auténtico). El manuscrito Voynich es, sin duda, uno de esos misterios que la Ciencia no puede resolver.

Vía.Elmundo

La momia de Lenin.


No sé si Lenin hubiera sido tan famoso si los líderes de la antigua Unión Soviética hubieran decidido no embalsamarlo y exponer públicamente su momia. Por supuesto que tuvo un papel fundamental en la revolución rusa, y su nombre será recordado siempre, sin importar que los ideales por los que luchó hayan terminado desmoronándose.
Sin embargo, la momia de Lenin, a pesar de lo bien conservada que está, requiere algunos retoques de vez en cuando, sólo para asegurarse de que siga teniendo un aspecto “saludable”. La imagen superior es de uno de esos eventos, y ahí Lenin no se ve tan imponente y eterno como solemos recordarlo en las típicas fotografías de su momia.
Me pregunto: ¿Por qué no simplemente lo entierran y se libran de todo esto?

El plan de sabotaje en la Alemania derrotada.


En las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial, cuando todo estaba perdido para Alemania, los nazis planearon una campaña de envenenamiento de salchichas, chocolate y nescafé. Según revelan archivos históricos británicos, una red de sabotaje nazi, en torno a la organización Hombres Lobo, planeaba una guerra de guerrillas.
El archivo de documentos altamente confidenciales del MI5 —el servicio secreto interior británico— revela que, preparándose para la derrota de Adolfo Hitler, los Hombres Lobo planeaban dejar la comida y el café envenenados para que los aliados los consumieran al tomar Alemania. Pero a esta estrategia primitiva de ataque se sumaba otra mucho más sofisticada que parece salida de la imaginación de Ian Fleming, el creador de James Bond. La organización planeaba el uso de mecheros que despidieran gases letales, venenos disfrazados de aspirina, y guerra bacterial que despedían armas escondidas en los espejos de cartera de agentes femeninos.

Algunos de los métodos tenían varios pasos. La aspirina se ofrecía después de convidar un cigarrillo que daba dolor de cabeza: el veneno tardaba 10 minutos en causar la muerte. Estaba también la pastilla «explosiva» dejada en las mesas y que explotaría al menor contacto con un vaso. El plan contemplaba también el uso de polvos venenosos diseminados en las manijas de puertas, libros y escritorios.
Los archivos revelan que el MI5 obtuvo esta información de cuatro agentes alemanes capturados en el norte de Francia en marzo de 1945. Gracias a esa información, los aliados tomaron especiales cuidados en la Alemania ocupada. Las tropas británicas tenían terminantemente prohibido el consumo de comida y cigarrillos alemanes bajo «severas penas» durante el avance por Alemania en 1945. Los documentos desclasificados registran que Lord Rotschild, jefe entonces del MI5, hizo analizar chocolate y nescafé en poder de fuerzas alemanas para probar si había veneno. Por su parte, el Doctor Bruce White, del Instituto Nacional de Investigación Medica británica, aconseja en uno de los documentos «hacer probar el chocolate a un mono», pero ahí se detiene la revelación de los documentos: no se sabe si alguien llevó a cabo el experimento.
Los Hombres Lobo dependían de las SS y las Juventudes Hitlerianas y operaban como una guerra de guerrilla en las fronteras del Tercer Reich, ocupadas por las fuerzas aliadas en el otoño de 1944. En esa época contaba con unos cinco mil miembros, pero la primavera de 1945 sus números se ampliaron cuando el Partido Nazi y el ministerio de Propaganda lanzaron una llamada a la resistencia popular.

Vía.Abc.es