sábado, 10 de marzo de 2012

La mina secreta de Madrid


Hay que bajar 75 escalones y al final... ¿una mina? Sí, efectivamente. Estamos en la Mina «Marcelo Jorissen» y está en pleno corazón de Madrid; justo en el número 21 de la calle de Ríos Rosas. Barrio de Chamberí.
Se trata de la reproducción de un yacimiento real de carbón construida en 1963 para que los alumnos de ingeniería de Minas pudieran hacer prácticas. Madrid no es Asturias, ni León, ni Río Tinto. No tiene tantos filones subterráneos para instruirse en vivo y en directo. Sin embargo, los estudiantes necesitaban su banco de pruebas particular. Hoy, la mina, es una curiosa pieza de museo que se puede visitar sin que cueste un euro.
No todos en la Villa y Corte saben de su existencia. La «Marcelo Jorissen» es parte de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Minas que tiene su sede —otra joya arquitectónica— ahí, en el 21 de Ríos Rosas. Poco hace sospechar que después de atravesar el luminoso patio acristalado central de la escuela y acceder por una escalinata de piedra al jardín del complejo universitario haya una mina. Y tan auténtica.
Protegidos por el correspondiente casco, descendemos esos 75 peldaños. Al final, nos encontramos a 25 metros bajo tierra. Impone. A izquierda y derecha hay una galería. Es la mina, con sus 50 metros de longitud, sus luces medio en penumbra, sus vagonetas, su humedad, utensilios de minería, cuadros de mando y raíles dobles para transportar el mineral con el que practicaban los aprendices de ingeniero de Minas.
La mina se llama «Marcelo Jorissen» en honor al director de la Escuela de Minas que ordenó su construcción, entre 1963 y 1967. El objetivo eran las prácticas de campo y laboratorio para los futuros titulados que, además de la teoría, necesitaban simular casos reales de construcción y entibación o sujeción interior de una explotación subterránea. Arriba, en el patio ajardinado de la escuela hay un castillete real que perteneció al pozo «Mirador», regalado a la institución docente por la Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya en el año 1968.
Dicho castillete metálico estuvo en funcionamiento en Minas del Centenillo entre 1897 y 1963. Por él se sacaron unos cinco millones de toneladas de mineral de plomo, según reza en el cartel adosado en su estructura.
La mina reproduce fielmente una galería y un pozo de mina de carbón con diversos tipos de sostenimiento, vagonetas, vías, maquinaría de extracción, ventilación y desagüe. A esos 25 metros bajo tierra está la galería de 50 metros de longitud. A la izquierda termina el pozo con una sala contigua de bombas, «equipada para el achique de agua del fondo del mismo y con los mandos del alumbrado eléctrico que lleva toda la galería del tipo antigrisú», explica Alfonso Maldonado, catedrático de esta escuela.
A la derecha, la galería se topa con la calle Ríos Rosas. No se pudo alargar más porque estaban, los túneles de la línea 1 del Metro. Con 50 metros de mina había que apañarse. En esta parte se han simulado diversos tipos de revestimiento y entibación: hormigón, madera en cuadros de distintos tipos y arcos metálicos deslizantes, colocados como muestrario a lo largo de la galería y en trozos de la misma. Ahí están, simulados, distintos tipos de carbón colocados, nos dicen los expertos, en las formas en que se puede mostrar el mineral en las entrañas de la tierra.
Se hacen visitas guiadas los domingos por la mañana. Para grupos se reserva en el teléfono 91 336 70 17. Si la visita es individual, hay que acudir allí mismo y pasar por orden de llegada.

Vía.Abc

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