domingo, 2 de octubre de 2011
Se desvela el misterio de la rana y la calavera de la universidad de salamanca.
El batracio se posa desde hace medio milenio sobre una calavera labrada en la fachada plateresca de la Universidad de Salamanca.
Cada día miles de personas apuntan su dedo y con un poco de destreza visual buscan hasta encontrar este elemento y de esta forma, según la tradición tener éxito en los estudios. Desenmascarar la simbología de este ornamento es otra cosa distinta.
En su origen, la rana era un elemento secundario tras la fuerza del escudo de los Reyes Católicos. En aquel siglo XVI daba sus primeros pasos la secularización de la Universidad que dejaba de depender del papado para pasar a hacerlo de la Monarquía. De ahí que la efigie de Isabel y Fernando circundada por la leyenda 'Los Reyes para la Universidad y ésta para los Reyes' que es el elemento central de esa especie de retablo elaborado con la piedra franca extraída de las canteras de la vecina Villamayor.
Ahora se sostiene que el conjunto de la rana y la calavera sobre la que se posa pretende mandar un mensaje iconográfico para burlar de esta manera a la inquisición y añade un detalle que ayuda a comprender la historia.
Se considera que el conjunto que forman las tres calaveras apostadas en la pilastra de la parte derecha representa a los tres hijos de los monarcas fallecidos antes de la construcción de la fachada (Isabel, María y Juan). El elemento antropomorfo representa al príncipe Juan, hijo de los Reyes Católicos fallecido en 1497 sin haber cumplido los 20 años.
La esposa de Juan de Aragón y castilla, fue Margarita de Austria hermana de Felipe El Hermoso. Si sacó los genes de su hermano seguramente también era hermosa, lo que justificaría el desenfreno lujurioso que por lo visto sentía el príncipe y que, al parecer, le llevó a morir de amor. Con la rana sobre su calavera se le identifica como tal, como lujurioso. La idea, heredada de un viejo proverbio sefardí, podría haberse dejado clara si se hubiera acompañado de un lema que jamás llegó a ser tallado por no ofender la moral de la época y no arriesgar la vida del autor ante las garras de la inquisición a quien no gustaban los pecados capitales.
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