
La iniciativa del príncipe holandés, sugerida por un
político polaco, buscaba estrechar lazos entre Europa Occidental y Estados
Unidos, ante la influencia de la Unión Soviética en Europa Oriental. Por lo
tanto, fue un claro reflejo de la Guerra Fría en la época del Plan Marshall,
auspiciado por Estados Unidos para reconstruir Europa tras la Segunda Guerra
Mundial.
La idea era que asistieran dos invitados de cada país, uno
conservador y el otro progresista, pero pronto se convirtió en un encuentro que
reúne a la elite del poder político y económico.
El club debate a puerta cerrada y sirve, «para saber qué
opina sobre distintos asuntos gente muy interesante y con mucha influencia». La
misma fuente insiste en quitar hierro a la leyenda negra del club, que lo
identifica como un gobierno mundial en la sombra: «En las reuniones de
Bilderberg no se toman decisiones y, además, hay otros eventos similares de
mayor nivel, como es el Foro Ambrosetti».
Algunos de los líderes internacionales que han estado entre
los muros del lujoso hotel de turno que cada año alberga la cita -entre enormes
medidas de seguridad- son destacados políticos como Henry Kissinger
(exsecretario de Estado de EE.UU.), Donald Rumsfeld (antiguo secretario de
Defensa), el ex presidente del Banco Mundial Paul Wolfowitz y grandes
financieros como David Rockefeller -identificado como el miembro de mayor
influencia-, además de representantes de varias multinacionales y de distintas
casas reales.
España ha sido anfitriona en dos ediciones de la reunión
anual Club Bilderberg, las de 1989 (Isla de La Toja, Pontevedra) y 2010
(Sitges, Barcelona).
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