sábado, 16 de junio de 2012

El curioso caso de Anna O.

Se cumplen 76 años del fallecimiento de la que hoy muchos conocerán como Anna O. Aunque es Bertha Pappenheim el verdadero nombre de esta paciente histérica cuyo caso permitiría al prestigioso Josef Breuer y al mismísimo Sigmund Freud establecer las bases de lo que hoy llamamos psicoterapia.
Corría el año 1880 cuando llegó a manos del psicólogo y fisiólogo austríaco Josef Breuer el curioso caso de una joven de 21 años con un claro diagnóstico de histeria, una enfermedad nerviosa que por aquel entonces afectaba aun gran número de mujeres (de ahí su etimología, en referencia al útero). El pseudónimo que pasó a la historia se lo debemos a Breuer, que bautizó así su historia clínica.
Así, Anna O llegó a padecer ceguera, sordera, parálisis parcial de brazos y piernas, estrabismo ocular y, lo más llamativo, una grave afección en el lenguaje (parafasia) que le llevaba en ocasiones a perder la capacidad del habla o incluso a olvidarse de su lenguaje nativo, el alemán, sustituyéndolo por otros que ni siquiera dominaba, como el inglés o el francés.
Esta joven, que en palabras del doctor «llevaba una vida en extremo monótona» (cuidaba a su padre enfermo), llegó a padecer un complicadísimo cuadro de síntomas, a primera vista inconexos y aleatorios, pero a los que, tras más de un año de tratamiento, el médico vienés encontraría explicación mediante un paciente buceo en el subconsciente de Pappenheim.
Tal fue el caso que durante un período extenso del tratamiento, según cuenta Breuer, «solo hablaba inglés y no entendía lo que se le decía en alemán». O incluso, realizaba de forma inconsciente la lectura en alto en inglés de textos escritos en francés o italiano.
Entre muchos de los episodios dignos de mención podemos destacar aquel en el que a Bertha «se le volvió imposible beber». Tras unas seis semanas a base de frutas que le proporcionaban hidratación, la joven desveló en una sesión de hipnosis el trauma que provocó aquella hidrofobia: su dama de compañía había dado de beber a su perro del mismo vaso. Y el mero hecho de revivir a través de la palabra aquella visión desbloqueó el «asqueroso» recuerdo y permitió a Anna O volver a beber.
Ahí estaba la clave. La «cura del habla», es decir, el relato de los hechos traumáticos parecía aliviar, al menos parcialmente, la angustia de la paciente. Con una terapia improvisada, Breuer había dado con un posible método de curación para la histeria, que transmitiría a su colega Sigmund Freud, el cual a su vez, lo adoptaría dentro de su conocidísima Teoría del Psicoanálisis.
Bertha Pappenheim fue internada en centros psiquiátricos en dos ocasiones, antes y después del tratamiento con Josef Breuer. Este dato indica que la psicoterapia finalizó sin que Anna estuviese totalmente curada, hecho que el propio Freud atribuye en sus escritos a que el estrechamiento de la relación entre paciente y médico precipitara la interrupción de la terapia.

Vía,ABC.es

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