Se trata de un
suceso al que las crónicas trataron de darle un halo de misterio, bautizándolo
como el OVNI de La Graña (Ferrol). Pero décadas más tarde, el suceso ha ido
poco a poco desmitificándose: se trató, en realidad, del accidente de un
prototipo UAV espía de la NASA.
Según el testimonio de los testigos, recogido en las
crónicas periodísticas de la época, lo que se vio en los cielos de Ferrol
aquella noche de invierno de 1966 era
un aparato luminoso que desprendía luces
de varios colores. Tras sobrevolar la Ría ferrolana, desapareció mar
adentro.
Aquel supuesto ‘OVNI’,
que fue uno de los muchos objetos desconocidos que surcaron los cielos de
Ferrol en aquellos años 60, fue
hallado horas más tarde en alta mar por unos pescadores que faenaban en la zona.
Fueron éstos los que recogieron los restos del aparato estrellado en el mar y lo subieron a bordo de su embarcación.
Constataron que se trataba de tecnología poco común, con muchas luces y sistemas
electrónicos que no supieron identificar. A su vuelta al puerto de Ferrol, un grupo de militares de la Armada les
esperaba para asumir la custodia del aparato.
Los mandos militares de la base de submarinos de La Graña, en Ferrol, exigieron mantener en secreto aquel suceso. “Ni
a nuestros familiares podíamos decirles absolutamente nada de aquello”.
Aquel aparato era del tamaño aproximado de un caza F86 Sabre de la época, pero sin alas y con una gran tobera en
su parte posterior –que indica que se trataba de un sistema de despegue
vertical-.
Estaba fabricado en un material amarillento, similar al que puede verse en algunos
satélites o en el módulo lunar del Apollo.
Según fuentes expertas en el sector aeroespacial, este papel de oro es un material muy ligero y extremadamente resistente
al calor. Se utiliza en aquellos aparatos cuyos motores alcanzan altísimas
temperaturas.
Los militares de la Armada, tras exigir silencio absoluto a los pescadores que recogieron el
aparato en el mar, lo montaron en una góndola del Ejército y ésta fue escoltada
por un convoy de vehículos hasta La
Graña.
Allí fue recogida en uno de los grandes túneles –“en el tercero”- que horadan un monte que hay
en el interior de la base.
Ingenieros del Ejército del Aire acudieron en las primeras
horas de custodia hasta la base de la
Armada, con el objetivo de analizar los restos y determinar cuál era el
objetivo del aparato. Por aquel entonces, los militares ya habían descubierto
el logo de la agencia aeroespacial estadounidense y las
siglas NASA impresas en el
fuselaje del artilugio.
“Se trataba de una especie de UAV rudimentario para estos tiempos, pero mucho más avanzado
tecnológicamente que cualquier cosa que hubieras visto o nos hubieran contado
por aquel entonces”.
Finalmente, los ingenieros determinaron que se trataba de
algún tipo de aparato espía, ya
que contaba con cámaras y estaba
diseñado para “hacer poco ruido”
y desprender una firma térmica muy baja.
La Armada comunicó el hallazgo en las primeras horas a la
base norteamericana de Rota. Durante las horas que este prototipo estuvo en
Ferrol fue visto por apenas dos docenas de personas. Un grupo de militares estadounidenses se presentó en Ferrol y se
llevó el aparato a bordo de un camión militar. Nunca se volvió a saber nada de su paradero.
Vía.Elconfidencial.com
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