«Nada puede sucederme antes de que mi obra sea terminada»,
le dijo Mussolini al jefe del partido fascista boloñés, haciéndole entrega de
la banda de San Mauricio agujereada por la bala que a punto estuvo de costarle
la vida, el 31 de octubre de 1926. Era el cuarto atentado que sufría el «Duce»,
el tercero de ese mismo año, con la diferencia de que este no fue perpetrado
por un enemigo feroz o un miembro de la oposición, sino por un chaval de 15
años que, con el paso de los años, acabó convirtiéndose en un símbolo de la
lucha antifascista italiana. Su nombre: Anteo Zamboni.
Aunque tradicionalmente se consideró a Zamboni como un
anarquista prematuro y convencido, lo cierto es que este hecho jamás fue
probado, ni esclarecidas las motivaciones que le llevaron a intentar asesinar a
Mussolini, que ya se había convertido en uno de los hombres más poderosos de
Italia, como líder del Partido Nacional Fascista y presidente del Consejo de
Ministros con plenos poderes en los ámbitos económico y administrativo.
El «Duce» había acudido a Bolonia para inaugurar el nuevo
estadio «il Littoriale» en el contexto de la conmemoración de la marcha sobre
Roma. Tras el solemne acto, que llevaba semanas preparándose, Mussolini se
subió a su coche oficial descapotable y se dirigió, «entre ovaciones delirantes»,
a la estación.
Fue ese instante el que aprovechó Zamboni, mezclado entre
las masas. «El criminal logró colocarse en primera fila entre la muchedumbre, y
al pasar el vehículo presidencial se adelantó e hizo fuego con una pistola que
disimulaba en su bolsillo», contaba el diario católico «El Siglo Futuro», que relató cómo el «Duce» había salvado
la vida casi por milagro: «El disparo partió la banda de San Marino y un pedazo
de uniforme a la altura del pecho, atravesando luego la manga del chaqué al
alcalde de Bolonia».
A Zamboni no le dio tiempo a hacer un disparo más, pues
inmediatamente después una horda de fascistas indignados se echó encima para
lincharle. Cuando se retiraron, su cuerpo presentaba nada menos que 14
puñaladas, un balazo y signos de estrangulamiento.
Curiosamente, el hombre que lo identificó como autor del
disparo en los primeros instantes de confusión y lo detuvo después fue el
oficial de caballería Carlo Alberto Pasolini, padre del mítico director de cine
Pier Paolo Pasolini.
La prensa del mundo entero pronto se hizo eco de que aquel
chico que pudo haber cambiado la historia, y al que le dedicaron después una
calle en Bolonia, era «un niño de quince años de familia honrada». «Fue
identificado por su propio padre que, preocupado por la ausencia de su hijo,
salió a buscarlo por la ciudad y, no encontrándolo, se dirigió al retén de
Policía, donde le fue presentado el cadáver».
Posteriormente aparecieron nuevas versiones sobre el suceso.
Se dijo que Zamboni no era el autor o que los vínculos entre la familia de
chico y el político fascista Leandro Arpinati fueron el móvil.
Zamboni no pudo aclararlo, no le dieron tiempo. Sus padres
tampoco, pero, acusados de «anarquistas militantes», fueron condenados a 30 años de prisión por instigadores.
Vía.ABC
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